La semana pasada escuche una conferencia realizada por la Municipalidad del Cusco en donde se trató el tema “LOS DESAFÍOS DE LA JUSTICIA PARA EL SEGUNDO CENTENARIO”, en dicha conferencia se tocaron distintos temas de relevancia, pero hubo uno, que me llamó de sobre manera la atención y me llevó a una profunda reflexión “El cambio de constitución”, si bien es cierto los panelistas abordaron el tema con despojo de sus colores políticos, hubo una intervención propuesta por el Dr. Fernando Rivero Ynfantas, que en mi opinión merece un primer comentario.
El Dr., mencionó que dada la coyuntura nacional que vive nuestro país, el cambio de constitución pasa de ser una necesidad, a un “Feeling”, un sentimiento.
Por lo tanto, en las siguientes líneas realizaremos un primer acercamiento a este tema, comprometiéndonos posteriormente a profundizar en el mismo.
Para el desarrollo de este tema quiero empezar con dos cuestionamientos (i) ¿Nuestra Constitución actual es mala? Y (ii) ¿Actualmente necesitamos el cambio de Constitución? Mi respuesta mediata a las dos preguntas es que en primer lugar nuestra constitución no es mala y en segundo lugar, no considero que en medio de una crisis sanitaria, social, económica y política, el cambio de constitución sea el remedio o vacuna que ayude a contrarrestar los males que venimos sufriendo, más por el contrario opino que dicho cambio de constitución profundizaría o acrecentaría los episodios que hemos mencionado; sin embargo, no me quiero adelantar sin antes revisar importantes opiniones de personas con mucha autoridad en el tema.
Samuel Abad (2017), menciona que en el Perú la clase política no ha podido arribar en un consenso, han pasado de debate a debate sin ningún resultado. Muchos hablan de una reforma constitucional y otros muchos mencionan una asamblea constituyente, el tema se encuentra entrampado entre la reforma constitucional o el cambio total para una nueva constitución. En palabras de Abad, el tema constitucional ha pasado de ser un “Sentimiento constitucional” a una “aspiración académica”, aunado a ello, y con importante relevancia menciona que el debate constitucional de la clase política surge en medio de una sociedad desinformada y que no ha interiorizado lo que significa el cambio de constitución.
Lo mencionado por Abad, en nuestra opinión es acertado; sin embargo considero imperante hacer algunas precisiones. Primero, considero que el sentimiento o la aspiración académica va de ambos lados, tanto de la clase política como de la ciudadanía, con la precisión de que gran parte de la ciudadanía aspira a ciertos mecanismos constitucionales (como la el cambio de constitución) partiendo de una desinformación o desconocimiento de las implicancias de la aplicación de una reforma constitucional o de un cambio total de constitución.
Finalmente el Dr. Samuel, menciona que:
“Para algunos la reforma parcial parece la salida más viable a fin de efectuar los ajustes urgentes y necesarios. Es lo que ha venido sucediendo hasta ahora y lo único a lo que, aparentemente, se puede aspirar. Otros, en cambio, consideran que se requiere de un cambio profundo y por ello, debería convocarse a una Asamblea Constituyente. A nuestro juicio, el país requiere un cambio constitucional en algunos temas sustanciales.” (Abad, S.2017, pp. 296)
Concordamos con el Dr., en el punto de que si hay necesidad de realizar cambios sustanciales, pero pensar en una nueva constitución teniendo en cuenta nuestra débil democracia, poca representación y desconfianza en las instituciones, sería algo contraproducente. Hay que tener presente que el cambio de constitución, no es como sustituir una figura del álbum, requiere de un profundo consenso, unidad, confianza y renovación de la clase política.
Ahora bien, ¿En la actualidad lo tenemos? La respuesta es no ¿En la actualidad lo necesitamos? La respuesta es no, dado que en la actualidad necesitamos antes solucionar el problema sanitario y buscar consenso en la ciudadanía. ¿Podemos pensar en el futuro un cambio de constitución? Sí, siempre y cuando renovemos la clase política. No se tiene miedo al cambio de constitución, se tiene miedo a quienes serían los constituyentes. En nuestra opinión, pensar en un cambio de constitución en la actualidad, consideramos que no es pertinente ni prioridad.
En concordancia con nuestra opinión el Dr. Eloy Espinosa menciona que: “No existe una única salida política y jurídicamente valida a coyunturas como las que estamos viviendo” (Espinosa, E. 2001,pp, 21), el menciona que podemos pensar y reflexionar sobre reformar parcialmente o totalmente la constitución; sin embargo cualquier decisión que se tome para que sea considerada mesurada y razonable, se debe enfocar antes en el contexto peruano actual y como mencionamos en líneas anteriores, nuestro contexto actual no es el más afortunado, por lo que pensar en un cambio total de la constitución – en nuestra opinión- sería un acto irresponsable.
Siguiendo con el análisis, es importante mencionar lo dicho por quién en nuestra opinión es el mejor constitucionalista de nuestro país, Domingo García Belaunde, en uno de sus textos denominado “LA CONSTITUCIÓN PERUANA DE 1993” SOBREVIVIENDO PESE A TODO PRONÓSTICO, comenta un poco sobre pensar en una nueva constitución o retornar a la constitución de 1979, en ambos casos el Dr. considera que ninguna de esas propuestas son razonables , debido a que para proponer ello se debe buscar “Una especie de tregua y acuerdos nacionales, difíciles siempre y más en los actuales momentos, con una comunidad política muy complicada y dividida (…)” ( García Belaunde, D. 2014, pp. 223)
Por lo tanto, García Belaunde al igual que nosotros considera inoportuno proponer un cambio de constitución debido a la polarización y división que estamos viviendo.
Asimismo y ampliando nuestro argumento de que el cambio de constitución es una propuesta sentimental más que real y necesaria, compartimos el pensamiento del Dr. García Belaunde que indica que:
“A nivel del hombre de la calle, que ha vivido dos experiencias constituyentes relativamente de cerca (…) se tiene la impresión de que éstas no cambian la realidad. Es decir, el estado de cosas, el crecimiento, la seguridad, la institucionalidad, el buen aparato judicial, no se logran con asambleas constituyentes ni con constituciones. Son parte del rompecabezas, sin lugar a dudas, pero es una entre muchas de sus piezas” (…)” (García Belaunde, D. 2014, pp. 223)
Considero que antes de imaginar una nueva constitución, se debe renovar la clase política y sobre todo, se debe informar a toda la sociedad en qué consiste un cambio de constitución, de esta manera evitaremos pensamientos románticos, sentimientos, aspiraciones académicas y nos centraremos en temas reales y facticos.
Además, considero que nuestra constitución no es mala, nos ha dado bastante crecimiento económico y ha ayudado a reducir la pobreza; sin embargo, no la santifico, necesita de cambios sustanciales.
En conclusión, no creo que el cambio de constitución sea pertinente dada la coyuntura, lo que sí creo importante, es informar adecuadamente a la sociedad de las implicancias de una decisión tan significativa, por lo que debemos desprendernos de sentimientos y pensar en hechos y situaciones que mejoren el país.
Bibliografía:
Espinosa-Saldaña Barrera, E. (2001). Reforma Constitucional: Algunas Preguntas, Sus Posibles Respuestas y Los Presupuestos Sociales y Políticos Para su Puesta en Práctica en Casos Como El Peruano. Derecho & Sociedad, (16), 19-26. Recuperado a partir de http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechoysociedad/article/view/17001
Abad, S. (2017). Reforma Constitucional o Nueva Constitución. La experiencia peruana. Revista Mexicana de Derecho Constitucional, (37).Recuperado a partir de http://www.scielo.org.mx/pdf/cconst/n37/1405-9193-cconst-37-295.pdf
García, B. (2014). La Constitución Peruana de 1993 sobreviviendo pese a todo pronóstico. Anuario Iberoamericano de Justicia Constitucional, (18). Recuperado a partir de https://recyt.fecyt.es/index.php/AIJC/article/view/40826